Los primeros días del nuevo año 2021 llegó la nieve a Quintanaortuño. Concretamente el 1 y el 3 de enero. Pese al frío, Dolores y yo, decidimos ir de paseo. El día de Año Nuevo, después de comer, salimos a dar una vuelta; la tarde era desapacible y fría, pero no parecía que fuera a ir a peor, por eso marchamos sin paraguas, aunque bien abrigados.
No obstante, las sensaciones engañan; casi estábamos llegando ya a Celadilla Sotobrín cuando optamos por dar la vuelta ante el cariz que tomaba la tarde; de pronto todo se tornó oscuro y empezó a nevar.
Arreció el viento y el paisaje quedó envuelto en un neblina gélida. Ya que estábamos atrapados en la tormenta, al menos tomar fotos de la situación mientras volvíamos con rapidez hacia casa. No llevaba cámara fotográfica, pero en estas ocasiones es cuando se valora tener un móvil que puede suplirla con ciertas garantías.
Pronto la nieve empezó a cubrir la carretera y los campos, pero no sentíamos que nos mojase; la ropa aguantaba bien los copos. Mientras volvíamos nos cruzamos con un señor que iba en coche en dirección a Celadilla; se paró y se ofreció a retornarnos al pueblo; se lo agradecimos y seguimos con nuestro ritmo. No contento con ello volvió, ya en nuestra dirección hacia Quintanaortuño, e insistió en acercarnos al pueblo. Nuevo agradecimiento por nuestra parte y seguimos a nuestro ritmo sin dar más importancia a la nieve.
Por momentos, acelerábamos el paso, pero el paisaje cambiante nos incitaba a parar para tomar fotos. Así fuimos regresando sintiendo el frío, pero con cierta alegría por poder hacer las fotos y disfrutar del paisaje. Al final cesó la nieve y lució el sol. Pese a la temperatura gélida, las vistas del cielo y las nubes con la nieve sobre los campos resultaba todo un espectáculo.
Volvimos cuando la batería de los móviles quedó agotada y la tarde, con el sol ya puesto, fue dando paso a las primeras sombras de la noche. Pese a al frío que pasamos y a la nieve, el paseo resultó agradable y compensado con el espléndido panorama que pudimos contemplar y con las fotos que hicimos. Ya había dejado de nevar.
Por la noche de nuevo la nieve cayó sobre Quintanaortuño, pero ya no salimos más que a la puerta de la casa para ver el aspecto de las calles aledañas con el manto de nieve sobre ellas; las luces del pueblo y la luna, entre las nubes, componían un bonito escenario.
Con la nieve sobre los campos, las fotos en color me parecen poco interesantes; en general, carecen de matices, resultan demasiado planas y las considero poco atractivas. El blanco y negro, sin embargo, aporta contraste y diferenciación; en esta serie de fotos, la gradación de grises da dramatismo a los cielos al tiempo que los separa, con notable nitidez, de los campos nevados. Sólo dos, la que encabeza la entrada y la que la cierra, he decidido que son las únicas que el color las hace significativas.
